martes, 28 de febrero de 2017

Trabajos nuevos :3

Después de obsesionarme el fuego, ahora necesito hielo!
Nuevos diseños


After obsessing the fire, now I need ice!
New designs

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domingo, 26 de febrero de 2017

Dulce Castigo

Dulce Castigo

Publicación: 25 de Febrero 2017
Género:
Romance, erótico
Rate: +16 (contiene escenas eróticas)
Edición: Digital
Otros Idiomas: --
Gratis con KINDLE UNLIMITED
Sinopsis:
Cuando tenía ocho años, Shara presenció la muerte de su madre a manos de su padre. El impacto de la macabra escena fue algo catastrófico para ella y acabó internada y dentro del sistema, pasando de centro en centro hasta cumplir 18 años.
Por fin en libertad y recuperada, sale al mundo con unas ganas inmensas de ser normal y de tener amigos. Y sí, hace su primera amiga, una periodista sin pelos en la lengua... que acaba traicionándola y vendiendo parar salvar su propio trasero. ¡Se han colado en un exclusivo club BDSM para hacer un artículo!
El Maestro Snow no perdona lo ocurrido, y desprecia profundamente que le mientan... Shara confiesa ser la periodista y él la castiga, por desgracia acaba saliendo todo a la luz y Snow descubre que ha cometido un error imperdonable, ¿cómo no sospechó que aquel pajarillo que rezuma inocencia no podría ser tan sucia?
Más allá de la culpa, Shara despierta en él un enorme interés que se va agrandando cuando descubre su pasado. Va a redimir el error, y Shara va a ser suya, completamente suya.
La extasiará hasta el punto de excitarse con solo mirarle.
Contiene dos extras.
I. Oscuro Deseo
II. Oscura

Comprar en Amazon

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sábado, 25 de febrero de 2017

Revelando Portada y Trabajo

Bueno, pues al final me decidí a alargar la historia de Dulce Castigo. Además voy a añadir una nueva historia corta, que es... un poco sangrienta, no es solamente erótica o de romance. Tiene algo, pero no es lo principal. La original era mucho más dark, pero he cambiado el final.
También lleva Oscuro Deseo, como las demás, que es una historia sexualmente más explicita que alargaré a petición de algunas personitas que lo quieren!



Estoy con el último repaso, así que la publicaré en los próximos días. pero, ahí queda la portada!

Resumen:
Cuando tenía ocho años, Shara presenció la muerte de su madre a manos de su padre. El impacto de la macabra escena fue algo catastrófico para ella y acabó internada y dentro del sistema, pasando de centro en centro hasta cumplir 18 años.
Por fin en libertad y recuperada, sale al mundo con unas ganas inmensas de ser normal y de tener amigos. Y sí, hace su primera amiga, una periodista sin pelos en la lengua... que acaba traicionándola y vendiendo parar salvar su propio trasero. ¡Se han colado en un exclusivo club BDSM para hacer un artículo!
El Maestro Snow no perdona lo ocurrido, y desprecia profundamente que le mientan... Shara confiesa ser la periodista y él la castiga, por desgracia acaba saliendo todo a la luz y Snow descubre que ha cometido un error imperdonable, ¿cómo no sospechó que aquel pajarillo que rezuma inocencia no podría ser tan sucia?
Más allá de la culpa, Shara despierta en él un enorme interés que se va agrandando cuando descubre su pasado. Va a redimir el error, y Shara va a ser suya, completamente suya.
La extasiará hasta el punto de excitarse con solo mirarle.


martes, 21 de febrero de 2017

Negatividad + Tongo en concurso= A la caca todo.

Llevaba yo ya unos días un poco mal, pensando en cosas en las que no debería. Planteándome si dejar de escribir después de que salga Código: Génesis X. Alguno igual se pregunta a cuento de qué viene esto, pues viene de atrás, me siento un poco cansada de luchar sola... el desgaste emocional es muy grande, no tengo apenas apoyo, por no decir un par de personas solamente. Blogs que no me responden, o que me insultan, el cúmulo de cosas es bastante grande y al final me hace preguntarme, para qué me esfuerzo tanto yo sola. Al final lo que más duele, es que simplemente te ignoren.
Escribo, hago correcciones, mil y una, diseño, vuelvo a hacer una corrección, y otra y otra. Después de meses trabajando, saco el libro llena de ilusión. Me doy la leche, nadie me comparte, ningún blog me responde y me deprimo. Eso hace que piense que mis libros no valen la pena, o no lo suficiente como para que le interese a la gente. Y a pesar de ello, mi masoquismo me obliga a seguir libro tras libro. Pero una ya se hace mayor, y piensa de forma diferente... y se cansa, y ya no puede más.
Y el sorteo... bueno, tenemos un solo participante, qué más voy a decir. Ya veré lo que hago con él.
La cosa es, que ahora se me suma otra decepción más a las que ya tenia.

Hace poco, como bien sabréis, Oz Editorial anunció su primer concurso. Nunca me he presentado a ninguno, solamente a uno de relatos y quedé bastante bien posicionada. Así que me entró el gunatito de la emoción, pensé que mi Código; Génesis X encajaría bien, así que empecé a leer las bases para participar.
Primer chasco: Tenían que ser completamente inéditas, de forma que no estuvieras ni en negociaciones con ninguna editorial. Como yo había compartido algunos capítulos de este libro... pues no me presenté, ante todo, hay que respetar las normas... ¿Verdad?
Segundo Chasco: La sorpresa ha sido MAYÚSCULA, cuando el ganador ha resultado ser un libro de... WATTPAD!
Ahora es cuando te preguntas, qué mierda pasa ya en este mundillo? 

 Acepto que son una empresa y que buscan ganar dinero, pero reírse en nuestra cara es el colmo

Aquí el comunicado de la editorial:



No han respondido a nada ni a nadie. 
Creen que somos tontos, que no sabemos usar google, ni el caché, ni que no nos damos cuenta de que cambiaron las bases después del fallo del concurso. En su propio beneficio, dejando atrás mil pruebas.

Y para rematar las pruebas, está esta captura. No, tampoco han respondido a ella.
Con esto, yo ya no voy a consumir más libros de OZ, no les voy a pagar para que me sigan troleando. Una vez pensé que eran serios, que eran una de las pocas editoriales que quedaban y que merecían la pena, pero ya veis que no. Don dinero manda, ahora son algo así como ¿Editorial Watty? parece que solo quieren publicar novelas que en wattpad tienen miles de seguidores (o que han ganado esos certámenes) y, de lo que no se dan cuenta, es que por lo general, el lector de wattpad no es el que se deja el dinero en la librería o en amazon, es un lector que solo busca lecturas gratuitas, que eso no es malo, pero no son los que los van a mantener a flote.

domingo, 19 de febrero de 2017

Sorteo Internacional

 
Ya está aquí el primer sorteo, habrá otro nacional (españa) ¡con libros en papel!
Este sorteo internacional repartirá 10 libros en formato digital.
¿Por qué 10? Porque aunque tengo 8 libros publicados, estoy contanto los 2 tomos de Melodías de la sangre (libro dos y edición especial)
Los premios se repartirán así:
  1.  3 libros a elección
  2.  2 libros a elección
  3.  2 libros a elección
  4. 1 libro a elección
  5. 1 libro a elección
  6. 1 libro a elección
 Así que serán 6 ganadores en total.
Para participar hay 3 requisitos:

  1. Ser seguidor del blog
  2. Compartir esta entrada (puede ser en tu blog o en Facebook)
  3. Comentar en la entrada que participas con el link del post compartido.
Puedes ver los libros aquí y leer los primeros capítulos en el menú deslizante de la derecha.
El sorteo acaba el día 3 de Marzo.
Puedes copiar el código de esta entrada aquí:



viernes, 17 de febrero de 2017

Hablando de Proyectos

Pues este año, seguro seguro, tendremos Código Génesis X, que está ya calentando en el horno. Lo malo es que ahora que se aproxima su salida, empiezo con mis dudas. En especial la portada, es algo habitual en mí, cuando el libro va a salir pienso; no está perfecta, no va a gustar, tengo que rehacerla, empezar de 0, es un chasco... Así que no sé qué hacer, opiniones? :) ¿Os gusta? ¿Es atractiva?
Una de las frases que más uso es; soy mi peor clienta, odio trabajar para mi misma.





Pero además hay un proyecto que me hace mucha ilusión, voy poco a poco, pero es algo diferente.

Por el momento se titula Ciudad de Sangre, es de temática terror, podría ser algo Z, porque hay infectados, pero no son Zombies. ¡Una mezcla curiosa! Pero es muy intensa y, creo que muy humana. Algunos seguramente sientan cierta empatía por los antagonistas... creo que a ellos les he dado esa parte oscura que tengo dentro, ese odio terrible por ciertas cosas que pasan en el mundo. Lo peor de mí.

Después tengo Clover (antiguamente Sangre de Medianoche) al 75% pero me he atascado ahí, y no sé cómo seguir... eso me frustra mucho. No sé si este año lograré terminarla, ojalá que sí, porque creo que es diferente y muy fresca.

Otros dos proyectos que tengo empezados son Dulce castigo y Oscuro deseo: esta última historia es un relato corto que hice para añadir en El Amante Dragon, pero que acabó gustando más que el propio libro al que pertenecía. Es un relato muy explícito, y la gente acabó pidiendo una versión extendida, en la que estoy ahora mismo (digo ahora, porque lo tengo aquí abierto  :X)

Otro... oh! Algunos igual recordáis Angelus Errare (hace muchos años de eso) Pues hace un tiempo, empecé a rehacer lo que tenía de esa historia para darle otra visión, y espero seguir con ella, porque me gustaba mucho!

Y también tengo que ponerme con otro pedido de los lectores... esta vez tiene que ver con Flor Del Crepúsculo. Una segunda parte, no voy a mentir, tengo 3 capítulos, pero todavía la tengo en lista de espera...

Tengo otras ideas apuntadas, pero son eso, meras ideas. Así que de estos proyectos de la entrada, espero tener para este año al menos 3.
¿Hay alguno que os "obsesione" leer?

La Mariposa Atrapada Capítulo 4



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Capítulo 4 Una sorpresa inesperada

 El lunes, Jessy la dejó espacio a petición personal de Kate, que necesitaba urgentemente hacerse a la idea de lo que iba a pasar, porque solo había tenido un novio con quince años y la relación la traumatizó hasta el punto de no querer tener ninguno más.

Se sentó en uno de los bancos más escondidos para almorzar, pensando en un pasado turbio que siempre mantenía escondido.
James había sido su primer y único novio, aquella época de instituto fue emocionante. Kate era pura vitalidad, jugaba en el equipo de fútbol, sacaba las mejores notas y su cuerpo estaba a rebosar de diversión. Se enamoró perdidamente del capitán del equipo masculino, la pareja perfecta, tenían todo en común. Sin embargo, la dulzura que envolvió todo se convirtió pronto en un sabor agrio, tan solo dos meses después de comenzar. James intentó forzarla a mantener relaciones más intimas de las que disfrutaban, pero ella no estaba lista, era demasiado pronto... Lo sucedido aquel día seguía poniéndole los pelos de punta, el sonido de la ropa rasgándose aún aparecía de forma intermitente en sus pesadillas. Y con el tiempo se dio cuenta de que no estaba preparada, simplemente porque en el fondo sabía que no era el adecuado.
El problema era que su mente se fortificó tras aquello, alzando gruesos e impenetrables muros, la cambió completamente y rechazó a todos los pretendientes que llegaron, pensar en que lo que ocurrió con James podría repetirse la atemorizaba.

—Espero una buena explicación de... —Kate gritó ante la repentina voz que susurró a su espalda— Señorita Garrison, no creo que gritarle a un profesor sea correcto.
Cuando giró la cabeza mirando la ventana abierta a su espalda, se encontró con el profesor Howl allí apoyado, colocándose las gafas de forma intelectual y perforándola nuevamente con aquella terrible mirada.
—Pro... profesor... me ha asustado.
—Demasiado volcada en sus asuntos personales como para estudiar, imagino —comentó zarandeando un papel en el aire—. Un cinco y medio, me decepciona que baje del nueve al que me tiene acostumbrado.
Kate frunció los labios con suavidad, un cinco y medio... nunca había sacado en sus veinte años de vida, menos de un ocho.
—¿Y bien? —preguntó él creando cierta presión— ¿Me dará un buen motivo para apoyar su beca?
Aunque estaba un poco sorprendida ante el repentino interés del profesor, que solía ignorar los problemas personales que los estudiantes le daban para excusarse de los suspensos, también era cierto que ella no era así, sus notas y expediente impecable la avalaban de sobremanera.
—Nos van a desahuciar... —susurró ella volviendo la vista a su bocadillo aún sin tocar.
—Aunque es un buen motivo, no la excusa de su responsabilidad con la beca.
—Lo sé. Le prometo que estudié y me sabía todo, pero simplemente mi mente quiso traicionarme —explicó con total sinceridad—. La mañana del examen mi madre me contó todo, supongo que me saturé.
—Levántese —ordenó.
Ella volvió a mirarlo, extendía una mano desde la ventana hacia ella.
—Repetirá el examen ahora mismo.
—¿Qué? —se asombró— Pero eso no es... no estaría bien. No es ético.
—Me alegra descubrir que debe ser la única estudiante del campus capaz de rechazar la oferta. Sin embargo, el Decano Smith ha dado su visto bueno. Por supuesto, esto se mantendrá en el más riguroso secreto... —casi gruñó enarcando una ceja en forma de aviso—  Porque de no ser así, habrá consecuencias que no le gustarán.
—¿Está seguro? Puedo de verdad... ¿repetirlo? —sonrió emocionada sin poder creérselo.
—Vamos, espero una nota más que excelente.
—Tardo un minuto en...
—No. Deme la mano.
—¿Qué? ¿Tengo que trepar?
—Sí, si quiere hacer el examen ahora. Como comprenderá, nadie puede verla entrar en mi despacho cuando no tengo tutorías los lunes.
—Es cierto... —pensó en alto.
Sería raro que nadie entrase cuando las tutorías se realizaban los viernes. Claro que de ser cualquier otro profesor, no habría pasado nada, pero absolutamente nadie tenía el valor de molestarlo cuando no debía.
—Vale, pero no sé si podré, está un poco alto.
—Tranquila —Kate juraría que acababa de ver por primera vez en casi dos años, una fugaz sonrisa en su cara.
Tiró la mochila dentro y le dio la mano al profesor Howl. Solo era metro y medio de muro, pero ella pesaba sus sesenta y tres kilos muy bien distribuidos y, levantarla con una mano... Kate casi se hecho a reír ante el grado de confianza de aquel hombre.

Un pequeño grito se deslizó por la garganta de Kate cuando, de forma asombrosa, la alzó pegándola a su pecho, donde se agarró ante la repentina sorpresa de lo inesperado que resultó el momento. Sí, su confianza, como siempre, tenía una base sólida como el diamante más duro. ¿Cómo tenía tanta fuerza?
La respuesta a la pregunta llegó en el instante en el que su mano se aferró al hombro del profesor. Duro como una piedra, palpaba a través de la tela de la camisa beige el músculo perfectamente tallado. No tenía sentido, no cuadraba con él, que de no ser tan estricto y de carácter tan duro, sería el blanco de la risa de todos y cada uno de los que estaban en la universidad, profesores incluidos.

—Ya tiene la mesa preparada —informó atrayendo su atención y terminando de meterla en el despacho, que solamente había visto un par de veces.
Llevó la mirada al lugar que él señalaba con elegancia. Frente a la mesa de grandes proporciones y diseño elegante, había otra de menor tamaño y sencilla como cualquier otra. Allí había unos papeles perfectamente colocados con un bolígrafo reposando en su espera.
—Tiene una hora —terminó por decir mientras rodeaba la mesa y se sentaba cómodamente en su mullida silla de profesor.

Nerviosa, se sentó en su sitio, leyó las preguntas un par de veces y sonrió. Ya más tranquila, todo lo estudiado se iba dibujando en su mente de forma maravillosa. Sin embargo, sentía el peso de una mirada gris cayendo sobre ella como un yunque. No estaba segura de si era por la presión de estar a solas con él... aunque si era sincera, desde el primer día de clase la ponía terriblemente nerviosa, había algo en él que la hacía temblar, y comenzaba a pensar que no era solo miedo, porque encontrarse entre sus brazos había hecho tintinear algo en su pecho, y se agobiaba pensando que aquel pequeño temblor no había sido provocado ni por respeto, ni por temor, ni por la extrañeza de la situación.
Con un pequeño zarandeo, apartó los pensamientos de su cabeza para centrarse en las preguntas, tenía que sacar un diez gigante y brillante, y sabía perfectamente que era capaz de ello.

Cada ciertos minutos rodaba un poco los ojos y veía al profesor allí, en ocasiones sus miradas se encontraron, en otras él observaba algunos papeles, con el rostro serio y tan centrado que... no parecía él. Su expresión era la de otra persona.
Tras cincuenta minutos de examen y observaciones extraescolares, entregó la hoja un poco nerviosa, no estaba segura de si quería salir de allí pitando o volver a sentarse en la pequeña mesa que había ocupado para continuar estudiando a aquel misterioso profesor que le provocaba la sensación de guardar cientos de secretos.
—Aunque la señorita Swan es su mejor amiga, espero que esto también este vetado a su conocimiento —avisó él cogiendo el examen para revisarlo.
—No se preocupe profesor. Gracias por darme otra oportunidad —se sincero ella comenzando a caminar hacia la puerta.
—Señorita Garrison —la llamó antes de que abriese la puerta—. Lo que está sufriendo su familia es una desgracia —comentó sin apartar los ojos del papel—, pero es algo que tiene solución. No deje que estas cosas la hundan, perder la beca sería un gran error que le causaría más problemas que un desahucio, es su futuro lo que se juega.
—Lo sé, es solo que el impacto me noqueó, no volverá a ocurrir. Además, si pierdo la beca mi madre me matará, soy demasiado joven para morir —rio bromeando antes de salir sorprendida, pues vio la sonrisa ladeada que se dibujó en Howl.

http://mybook.to/Lamariposaatrapada

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La Mariposa Atrapada Capítulo 3



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Capítulo 3 En la red

Kate tuvo que llevar a Jessy casi a cuestas escaleras arriba, intentando que guardase silencio para no despertar a nadie en la casa. Su mejor amiga estaba tan borracha que era incapaz de mantenerse en pie. Lance las tuvo que llevar en su coche, y Kate decidió quedarse a dormir, pues para su desgracia, ella no tenía carnet, y coger un taxi a aquellas horas sería demasiado caro. Por supuesto, no se montaría en el coche de Lance para que la llevase a casa, Richard también se había pasado bebiendo y seguramente sus babas, le destrozarían el vestido...
—Madre mía Jessy... intenta no hacer ruido —suplicó logrando llegar a la puerta de la habitación—. Como se despierte tu padre y te vea así, no lo cuentas.
—Venga... pon música —pidió tambaleándose ya, al amparo de su cuarto.
—¿Qué haces Jessy? —se dejó caer en la cama— Vamos, estoy agotada, deja el ordenador.
Pero Jessy, llena de energía gracias a la cantidad de alcohol que recorría sus venas, ya estaba sentada en el escritorio. Conociéndola, Kate se levantó, caminando hacia los cajones de la cómoda, sacó un pijama de repuesto que ella solía usar, y se apresuró en enchufar los cascos en el ordenador antes de que diera al play y el estruendo alertase a toda la familia.
—Un rato y te vas a la cama. ¿Entendido? —le dio unos golpecitos de aviso y se tiró sobre la colcha, quedándose dormida casi al instante.
***
El frescor de un nuevo día penetró por la ventana provocando que a Kate se le erizase el bello. Con pereza abrió los ojos, la noche anterior apenas había bebido, pero por algún extraño motivo se sentía tan mal que casi creyó que ingirió la misma cantidad que su amiga. Automáticamente se llevó una mano a la cabeza, el suave martillear aumentaba la molestia con el canto de los pájaros, que alegres por el sol que irradiaba la tierra a aquellas horas, parecían querer celebrarlo con demasiada energía.
—Cielo santo Jessy... —murmuró levantándose del todo y viendo a su amiga dormida sobre el teclado del ordenador.
La levantó cogiéndola por los hombros.
—Qué diablos —dijó al despertar y ver la cara de su amiga sobre ella— Me duelen hasta las pestañas.
—No seas quejica, ayer te dije que solo un rato y te quedaste dormida —la mirada de confusión de su amiga alertó que no recordaba absolutamente nada—. Vamos, levántate y métete en la cama.
Tambaleándose aún, su cuerpo se resentía por el alcohol que continuaba en su organismo. Kate la metió en la cama y miró el reloj, eran casi las diez de la mañana, así que volvería a casa dando un paseo, eso ayudaría a su mente saturada.

—Hola cielo —escuchó la voz de la madre de Jessy cuando bajó las escaleras—. Ayer volvisteis tarde ¿eh? —una sonrisa pícara apareció en su cara. Era una mujer joven, tuvo a Kate con apenas dieciséis años, así que solía ser muy permisiva— Os escuché, le diré a Tom que Jessy se encuentra un poco mal... cosas de chicas.
—Sí, será lo mejor —respondió captando que la mujer acababa de codificar sus palabras escondiendo un «sé que Jessy se pasó bebiendo».
—¿Quieres que te lleve? —se apresuro a preguntar cuando Kate abrió la puerta principal para salir.
—No te preocupes, prefiero dar un paseo, muchas gracias.
Tras despedirse se puso una chaqueta que cogió prestada de la habitación de su amiga y comenzó a caminar. Por suerte, el aire pronto surtió efecto en ella, llevándose el malestar de su cuerpo, como si le quitase un peso de encima... Por desgracia, sabía que aquella ligereza en su corazón duraría poco, pues cada día que pasaba, estaban más cerca del desastre.
Sacó el móvil del pequeño bolso y vio una alerta, tenía varios e-mails, lo cual la extrañó, no solía recibir correo los fines de semana... y menos por la noche.
«Lo miraré cuando llegue a casa». Decidió ante la curiosidad que le provocó.

—Buenos días —la puerta se abrió haciendo aparecer a Susan, que vio desde la cocina cómo se acercaba su hija— ¿Te lo pasaste bien ayer?
—Sí mamá. Genial —mintió descaradamente mostrando una sonrisa falsa—, el club es tal como dijo Jessy, mucha gente. Oye... —llamó la atención de su madre al ver las preguntas agolpadas en su cara— Estoy agotada, me voy a tumbar un poco, ¿vale?
—Claro cariño, te despertaré cuando esté la comida en la mesa —se despidió con un beso dejando que subiera escaleras arriba.

Se tiró en la cama sin cambiarse de ropa, estaba tan hecha polvo que parecía que le hubieran dado una paliza. Durmió durante un par de horas, hasta que la vibración del móvil, que descansaba junto a su cabeza, la desveló. Con pereza lo agarró mirando la pantalla iluminada, era un aviso del wassup.
Jessy estaba escribiendo a toda velocidad.
«Vale, te he llamado como mil veces. Entiendo que te hayas enfadado, pero te juro que es una buena idea... o eso me parecía cuando entré en ese sitio...»
Kate miró unos segundos las palabras sin llegar a entender nada, pensó que tal vez con la resaca, se había confundido de persona.
«Eres mi mejor amiga, sabes que te quiero como la trucha al trucho, ¿verdad?»
—¿Qué diablos es esto? —preguntó levantándose del todo sin dejar de mirar su móvil.
Con el ceño fruncido comenzó a escribir.
«Jessy, no tengo ni idea de lo que estás diciendo. ¿Qué pasa? Estaba dormida...»
«Joder, Joder... ¡Espérame sin mover un solo dedo. Voy a tu casa ahora!»
—Eso... no tiene buena pinta... —susurró comenzando a sentir una grave preocupación.

Mientras Jessy llegaba, decidió darse una reconfortante y rápida ducha, preocuparse sin saber por qué, pues de momento, no tenía sentido para ella. Ya más fresca, se sentó en la cama al escuchar las voces llegar desde el primer piso. Un rápido saludo a su madre y los pasos rebotando sobre las escaleras indicaron que llegaba como un torbellino. Entró a la habitación sonrojada por las prisas y agotada del esfuerzo en su estado de resaca.
—Vale... vale... —intentó normalizar su respiración— Vamos a ver cómo te lo explico...
—Estoy empezando a asustarme, o más bien, a mosquearme. Habla de una vez. ¿Qué has hecho?
—¿No has mirado tu correo?
—Aún no... —respondió recordando que horas atrás, mientras se dirigía a casa, el sonido alertó de que habían llegado unos cuantos.
Jessy la llevó al escritorio sentando a su mejor amiga en la sencilla silla de madera. Después puso las manos sobre sus hombros apretando un poco y soltó un susurro.
—Así no me darás la paliza de mi vida.
Kate levantó la cabeza clavando los ojos en Jessy, que sonreía con cierta incomodidad. Sentía cómo su corazón comenzaba a ponerse nervioso y automáticamente entró en su cuenta de mail, allí había siete correos nuevos con un extraño título.
«Puja de la subasta aumentada».
—¿Subasta? ¿Qué has puesto a la venta?
—Bueno, esa es la cuestión... —masculló. Tras carraspear, Jessy aumentó la presión de sus nerviosas manos sobre los hombros de Kate— A ti.
—¡SERÁ UNA BROMA! —comenzó a enfadarse. Jessy aumentó la presión sobre sus hombros impidiendo que se levantara, pues no deseaba una muerte a tan pronta edad.
Miró unos segundos la imagen, respiró una y otra vez aterrada, era el momento de descubrir qué diantres era eso y, la única forma era abriendo el link.
«Click». Gritó el botón del ratón.
Una página web de exquisito gusto se abrió, la página que aparecía frente a ella tenía su foto, una que ni recordaba que le hubieran hecho y algunos datos personales. Sin embargo solo uno, además bien remarcado en letra negrita y en el que ponía: De interés; Virgen.

Pasó un largo minuto en el que Jessy no fue capaz de abrir los ojos, que había cerrado con fuerza al abrirse la web. Kate seguía observando aquello como si su cuerpo estuviera completamente vacío, simplemente era imposible asimilar.
Usando la ruedita del ratón, bajó un poco la página sin tan siquiera pestañear, tan estática como las muñecas que descansaban sobre la cama a su espalda. Allí vio las pujas realizadas hasta el momento, comenzando en una cantidad de 10.000 jugosos dolares.

—¡Madre mía! —gritó Jessy al abrir los ojos y ver que por tercera vez había pujado el mismo individuo llegando a los 90.000$— Ese tal Obscure va a por todas.
—Jessy... te voy a matar... te arrancaré las pestañas una a una...
—¡Lo siento de verdad! Pensé que sería una buena salida...
—El problema —masculló furiosa— Es que tú no piensas. ¡Todo el mundo se va a reír de mí!
—En realidad... no —respondió intentando tranquilizarla— Es una página secreta, es prácticamente imposible acceder a ella sin una invitación.
—¿Y cómo diablos has llegado tú a ella? —ironizó— ¡De la misma forma puede entrar toda la universidad!
—Ayer por la tarde me mandaron un e-mail, no sé quién —se adelantó a la pregunta de su mejor amiga—, era privado. Solo aparecía un enlace royo lujoso, me llamó la atención y entré. La verdad es que es muy fiable todo... así con secretismos y esas movidas...
—Me da igual, sácame de aquí. ¿Cómo se te ocurre vender mi virginidad?
—No puedo —murmuró pensando que esta vez le daría una bofetada—. Ayer leí las condiciones, en cuanto se hace una puja no se puede retirar la oferta.
—¡Pero tú...! ¿Te das cuenta? ¡Me voy a tener que acostar con un depravado, un viejuno arrugado que se tendrá que tomar ocho viagras! —exageró entrando en pánico.
—Lo siento —repitió apenada. Kate pudo ver su dolor reflejado, lo que automáticamente la calmó. Suspiró vencida y se volvió a sentar en la silla, que crujió bajo el golpe de su peso—, pero el sacrificio... puede salvaros. Piensa en Miranda.
—¡A ella no la uses! —Kate sintió cómo se le quebraba la voz— Vete a casa, mañana hablamos...
—Vale... —Jessy caminó hasta la puerta, antes de cerrar tras ella se giró mirando a su amiga completamente devastada— De verdad que lo siento... pensaba que sería buena idea...
—Tranquila —se acabó disculpando Kate—. Venga, vete a dormir, mañana hablamos.
Ya estaba hecho, y crucificar a su alocada amiga solo la perturbaría más. Cuando se encontró nuevamente sola, volvió a mirar la pantalla del ordenador, dejando caer los hombros. Nos sabía si sentirse avergonzada, humillada u orgullosa porque alguien pujase por acostarse con ella.
«Esto es una locura».
—Pero sí que es cierto que nos podría salvar... Miranda —susurró acto seguido, pensando en su hermana pequeña—, ella merece cualquier sacrificio.

El domingo por la noche, la página web seguía abierta con su ficha, Kate estaba simplemente estupefacta por las pujas. A las nueve en punto había alcanzado la increíble suma de 130.000$ y, con un poco más, pagarían la hipoteca de su casa y todos los intereses atrasados... nunca más habría cartas de embargo, deudas, avisos de impagos ni amenazas... Sí, valdría la pena unas horas de sufrimiento y, seguramente de dolor, por vivir tranquila por primera vez en toda su vida. La casa sería solamente suya y no del banco...
De pronto dio un golpe, logrando desenchufar la pantalla. La puerta abriéndose la alertó de de improvisto, si su madre veía eso le daría tal ataque que no habría forma humana de salvarse, ni ella ni Jessy vivirían para contarlo.
—Ya está la cena cariño... ¡Cielo santo! —se apresuró a llegar hasta su hija— ¿Estás bien?
—S-sí, por supuesto.
—Estás pálida. Venga, cena y pronto a la cama, no tienes buena cara.
Cuando salió, el cuerpo de Kate se relajó hasta sentir dolor.


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La Mariposa Atrapada Capítulo 2



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Capítulo 2 Un segundo de misterio


Abrió el armario y miró durante un par de segundos la ropa. No tenía ganas de buscar ni elegir, pero sabía a la perfección que si no se esmeraba un poco, se arrepentiría. Jessy era la reina indiscutible de la moda, y al verla vestida de forma sencilla la arrastraría hasta su habitación nuevamente, obligándola a hacer un aburrido y estresante pase de modelos. Finalmente eligió una prenda del fondo, un vestido floreado de suave tela que a su amiga le gustaba. Era cómodo, con una largura media hasta la mitad del muslo y un escote cerrado por pequeños enganches que podría abrir y cerrar a su gusto.
Vio la hora, Jessy llegaría en unos cuarenta minutos.
Agarró la silla del escritorio con desgana y la arrastró al baño, allí se sentó frente al espejo para peinarse y maquillarse, había por delante una labor titánica, pues tenía una expresión horrorosa. Para su desgracia, era una persona incapaz de esconder su estado de ánimo, que se veía reflejado tan perfectamente en su cara como si lo hubiera grabado un maestro artesano con el mayor detalle posible. Lo único bueno de aquello, era que la solían dejar en paz cuando estaba enfadada, preguntar solo sacaba aquella pequeña bestia de su interior.
Haciendo lo mejor que pudo, llegó a sorprenderse. Suavizó su expresión con un tono de sombra blanco que resaltaba el azul profundo de sus ojos y, se puso un poco de colorete rosado en los redondos mofletes que le dulcificó la cara, por consiguiente, la expresión que en aquel momento solo mostraba una dureza mal disimulad, pasaba un poco desapercibida.

Susan se puso frente a ella cuando bajó a la entrada para esperar a Jessy. Agarró la cara de Kate con ambas manos y la miró. Los ojos de su madre brillaban fuertemente, veía en ellos pena y frustración.
—Solo quiero que seas una chica normal —dijo al fin, tras unos segundos de silencio—. Sé que lo que menos te apetece ahora es salir, pero necesito que te diviertas para sentirme mejor. Aunque sea egoísta, me hace feliz.
—Ya lo sé, mamá —respondió con cansancio—, pero en mes y medio no tendremos dónde ir, no veo normal...
—Lo necesito —repitió estrechándola hacia sí—. Por desgracia tienes unos padres desastrosos. Lo siento.
—No digas tonterías mamá.
—Es la verdad cariño —se separó para volver a mirarla—. Lo único que me importa en este mundo es veros sonreír a las dos.
—Encontraremos una solución, te lo prometo —dijo Kate justo cuando sonaba el timbre—. Buscaré un trabajo con Jessy.
—No quiero que te preocupes del dinero, lo que tienes que hacer es centrarte en estudiar y no perder la beca —abrió la puerta y besó a Jessy en la mejilla—. Hola cielo, espero que no te lo ponga demasiado difícil.
—Conseguiré que se lo pase bien.
—Ten, tomaos algo...
—No —a pesar de la tonelada de maquillaje, la cara de Kate volvió a mostrar enfado—, nada de dinero.
—No es necesario Susan —sonrió Jessy cogiendo a su amiga para sacarla de allí—. Hoy invito yo.
—Bueno... —por un momento se sintió desdichada al no poder darle dinero a su hija— Pasadlo bien y tened cuidado, ¿vale?
—Sí —respondieron al unísono despidiéndose las dos.
Ambas subieron al coche, Jessy arrancó y después giró la cabeza para observar a su amiga, la preocupación se podía divisar con gran claridad. Suspiró y le dio y suave codazo despertándola de su atontamiento.
—Nos lo pasaremos genial, y arreglaremos todo, te lo juro por Snoopy —quiso bromear, logrando que su amiga dibujase una pequeña sonrisa.
—Sí... sonrió con pesadez.
***
La larga cola daba la vuelta al edificio de ladrillos naranjas, y a dos calles de distancia, donde Jessy decidió aparcar, llegaba la música abriendo el apetito del baile y el descontrol.
—La próxima vez te dejaré uno de mis vestidos —avisó Jessy colocándose frente a su amiga y mirándola, después llevó las manos al pecho de Kate y abrió los primeros enganches.
—No me voy a poner uno de tus vestidos —gruñó ella dejándola abrir el escote, pues Jessy era capaz de pasarse la noche abriéndolo una y otra vez—. Son tan pegados que pareceré Miss Salami. Sabes perfectamente que no me siento cómoda con esas cosas.
—El día que me muera con casi cien años de edad, seguiré diciéndote que es un desperdicio esconder ese culito respingón.
—¡Jessy! —la reprendió cuando sintió la palmada chocar contra su trasero.

Después de veinte minutos esperando en la cola, lograron entrar al abarrotado local, donde la música retumbaba escandalosamente entre cientos de voces que se mezclaban. El ambiente era bueno, Jessy fue en un par de ocasiones con su prima, pero Kate no las pudo acompañar al ser fechas de exámenes. Sin embargo, ahora veía que lo que le habían contado era cierto, todo el mundo estaba allí, media universidad.
—Lance me ha mandado un mensaje antes —gritó Jessy pegándose al oído de su amiga con emoción—. ¡Me ha dicho que estarían por aquí!
Kate pensó que estarían solas, pero su esperanza se desmoronó con aquella frase. Se pasarían la noche con el grupo de deportistas, pero haría de tripas corazón por el simple hecho de que Jessy estaba colada de Lance, y para su desgracia, el moreno muchacho siempre estaba acompañado de su mejor amigo, que se pasaba el día lanzando miradas de dudoso contenido en su dirección.
Richard era un tipo pesado, plasta y cansino, que parecía tener puesto su punto de mira en la chica a la que menos le importaba su pegajosa atención, y tal vez porque Kate no le hacía caso, él no paraba de intentarlo cada vez con mayor ahínco.
—Deberías darle una oportunidad —rio Jessy cuando al fin divisó al grupo y vio a Kate suspirando cansada—, no es un mal tío.
—Odio que la gente insista hasta el punto de rozar el acoso —se quejó—, me es tan indiferente que ni pienso en él.
—Espera a que te tomes un par de copas y veremos.
—No —se paró en seco y agarró a su amiga del brazo para crear contacto visual. Con el ceño fruncido, sus ojos avisaban del enfado—. No intentes nada Jessy, no me gusta ni me gustará jamás.
—Vale, vale... Pero más fácil no lo vas a tener con nadie.
—Puede que simplemente no quiera estar con nadie —repuso justo cuando llegaban.

Saludos, roces incómodos, preguntas tontas... Kate acabó sentada mientras Jessy, incapaz de luchar contra el embrujo al que estaba sometida por parte de Lance, bailaba deslumbrante. Richard no tardó en sentarse junto a Kate, envalentonado gracias a la bebida, levantó un brazo para rodearla, pero la mirada que recibió le paró a medio camino. Consternado, su expresión mostró tal desolación que Kate no tuvo más remedio que hablar con él, se sintió horriblemente mal consigo misma.
—Lo siento, pero no tengo interés en nadie —se aventuró a desvelarle al muchacho, que pareció tranquilizarse.
—¿Ni tan siquiera para pasar un buen rato? —sonrió guiñando un ojo, y la pena que sintió Kate se desvaneció de un plumazo con la pregunta.
—Eso me interesa menos aún —gruñó enarcando las cejas y levantándose para desaparecer entre el gentío.
Caminó hasta la barra con decisión. Tal vez era por todo lo que tenía en la cabeza, el tema era que estaba sensible a cualquier cosa... pero desde luego, la había enfurecido con la insinuación.
—Un chupito de lo que sea —pidió en cuando el camarero se dobló frente a ella para poder escucharla.
Cuando el pequeño vaso se encontraba frente a ella, Kate comenzó a buscar un sitio en el que poder sentarse un rato tranquila. Tras unos segundos vio un taburete vació al extremo más apartado de la barra, y casi como un suspiró, llegó para ocuparlo. Allí, el ambiente era un poco más relajado, estaba en una zona menos transitada a la que la música llegaba de forma suave, lo que su cerebro  agradeció con alegría, pues el retumbo lo cansaba de sobremanera.
Tras beberse el chupito de un trago suspiró, y comenzó entonces a mirar curiosa a la gente de su alrededor. En seguida se percató de que la gente allí era más madura, no solo en comportamiento, también en edad, lo que causó una buena impresión en ella, le gustaba estar allí. El ambiente tan relajado era simplemente genial.
En uno de los sofás, había un grupo de hombres que calculó, rozarían los veintimuchos, alguno pasaría seguramente de los treinta. Iban bien vestidos, con lo que ella pensó, serían trajes muy caros. Charlaban tranquilamente de cosas divertidas. Uno de ellos resaltaba, pues estaba en silencio disfrutando de su bebida y, automáticamente llamó la atención de Kate. No supo si su pelo era castaño por la poca luz del lugar, lo que sí diferenciaba era que su cabello estaba peinado a la perfección hacia atrás, de forma seria y sexy. Él se sentaba con elegancia y daba pequeños sorbos a su copa, disfrutando del contenido.
Kate se quedó mirando sin poder evitarlo. Por lo que percibía gracias a la penumbra, creyó que tenía un atractivo innegable incluso para ella y, le producía una extraña sensación. Diez segundos eternos pasaron hasta que él respondió a la mirada, alertado por su instinto y, sus ojos grisáceos parecían brillar en la penumbra del local dándole un aire fiero, como una bestia escondida en la oscuridad a punto de lanzarse sobre su indefensa presa.
El misterioso sonrió de medio lado y enarcó una ceja gesticulando con la copa, después la alzó unos centímetros como si saludase o dijese, «esto va por ti». A continuación se bebió el contenido cristalino de un último sorbo y después se dirigió a sus acompañantes para despedirse.
Kate vio cómo se levantaba para salir de allí, pasando cerca de ella y perforándola con aquella mirada fiera y su sonrisa ladeada. Se quedó helada durante unos instantes que le parecieron eternos, incluso después de desaparecer, el efecto y la intensidad tardaron en desvanecerse de su corazón.
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La Mariposa Atrapada Capítulo 1



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Capítulo 1 Desastre



Kate se encontraba en el pequeño baño de su habitación. Luchaba por intentar arreglarse la melena oscura y ondulada en un sencillo moño para estar más cómoda en clase. Mientras se ponía el coletero, su mirada azul mostró sorpresa, pero en un par de segundos se esfumó para dibujar una expresión de cansancio en su rostro. Las discusiones en la cocina a primera hora de la mañana ya eran algo tan habitual que no provocaban nada más en ella, que un gigantesco agotamiento.
—Kate... —escuchó una voz suave que la obligó a sacar una falsa sonrisa antes de asomarse por la puerta abierta.
—No pasa nada Miranda, papá está cansado. Sabes que eso le pone de mal humor.
La niña de siete años se agarraba al pomo gastado de la puerta blanca fijando los ojos en su hermana mayor. Sufría cuando escuchaba las discusiones, y siempre acudía en busca de su consuelo.
Kate apartó los gruesos libros de la universidad y se sentó en la cama llamando a su hermana con un gesto, que soltó el pomo y corrió a sentarse sobre las rodillas de su protectora. Allí, Kate la acunó durante unos minutos mientras le acariciaba el pelo, hasta que por fin un portazo en el piso de abajo dio por zanjada la discusión.
—Ve a vestirte y desayunamos juntas. Hoy te llevaré yo al colegio. ¿Vale?
—¡Genial!
Bajó sabiendo lo que se iba a encontrar, lo único bueno de aquello era que no se preocuparía ni tendría ganas de llorar al ver a su madre o a su padre en la miseria. Con el tiempo, se había vuelto rutinario el mal ambiente familiar, así que simplemente lo aceptaba e intentaba llevarlo de la mejor manera posible. Al fin y al cabo, siempre era igual, los últimos cuatro años de su vida solo iban cuesta abajo.

Aquella mañana era el turno de su madre. Estaba sentada en la estropeada mesa de la cocina, con la cabeza hundida entre las manos y sin esconder los suspiros que soltaba intentando quitarse el ahogo que aprisionaba su garganta. Kate escuchaba un suave llanto y creyó ver caer una lágrima sobre la madera grisácea que había perdido su esplendoroso brillo con los años.
—Mamá... —la llamó— ¿Estás bien?
—Dios mío... ¿Qué vamos a hacer? Estamos en la ruina Kate... —murmuró gimoteando.
—Esa no es una novedad. Venga, todo se arreglará mamá, ten fe.
—¿Fe? —levantó la cabeza dejando que Kate viera el oscuro color y la hinchazón de sus ojos color almendra— La tendría si tu padre hubiera pagado la maldita hipoteca, ese descerebrado... ¡A saber qué cojones ha hecho con el dinero!
—¿Tan mal estamos? —se acercó preocupada.
—Peor que nunca... —se irguió sonándose la nariz con un pañuelo, después se frotó la frente con cansancio y miró a su hija mayor directamente a los ojos— Tenemos un pie en la calle.
—¿De qué hablas, mamá? —se sentó junto a ella prestando atención a la puerta, no quería que Miranda escuchase aquella conversación.
—Menos mal que tienes la beca de la universidad —comentó sintiendo alivio—. Tu padre... —continuó con cansancio— El muy idiota lleva casi tres meses sin pagar al banco, acaban de mandar el segundo aviso, el mes que viene nos vamos a quedar en la calle si no pagamos todo lo que debemos, intereses incluidos. ¡Yo ni siquiera había visto el primero! —gritó de pronto dando un golpe lleno de rabia en la mesa, que se tambaleó— Ese idiota cobarde lo escondió.
—Pero... ¿Y el dinero? Hemos estado trabajando día y noche desde navidad—repuso recordando los últimos meses en los que debido al cansancio, llegó a dormirse en clase.
—No lo sé, y no me dice qué ha hecho con él, ese bastardo seguro que lo ha apostado. Maldito idiota —se levantó aireando las manos—. Si no le quisiera tanto, se iba a enterar.
En aquel momento los pasos de Miranda provocaron un silencio sepulcral. Susan, la madre de Kate, se enjuagó las lágrimas con rapidez, esperanzada en que la pequeña de la familia no notase nada, o al menos, que no lograse ver la gravedad de la situación.
—Vamos, vamos —gritó sonriendo—. Hoy voy a ganar el concurso de clase.
—Por supuesto que sí cariño —Susan la besó en la mejilla—. Luego hablamos Kate... Veré que puedo hacer en el banco.
Las acompañó hasta la puerta principal y se quedó allí viendo como las dos se marchaban.

Kate dejó a Miranda en el colegio y continuó su camino hacia la parada del autobús. Tenía la cabeza llena de preocupaciones, el examen de esa mañana seguramente acabaría siendo el peor de toda su vida, supo que no lograría concentrarse.
—¡Hola, hola! —canturreó una conocida voz a su espalda.
—Hola Jessy —saludó a su mejor amiga.
—¿Y esa cara? Te has pasado la noche estudiando ¿no? En serio, tienes que aprender a diferenciar cuándo un examen es importante, y el de hoy no lo es.
—No lo es para ti Jessy, pero yo tengo una beca. En cada examen me arriesgo a que me la quiten, y ahora... —escondió la cara hundiéndola entre las manos.
—Oye... —se acercó agarrando a Kate— ¿Qué pasa?
—Nos van a echar de casa Jessy —logró aguantar el llanto con dificultad—. ¿Qué haremos con Miranda? Solo tiene siete años. Ella no debería pasar por algo como esto...
—Cuéntame que ha pasado, ¿vale? —pidió sentándose, tenían casi media hora hasta llegar a su destino.

Bajaron del autobús cuando llegó a la entrada de la universidad. Allí ya bullía la vida a tan temprana hora. Estaba repleto de estudiantes madrugadores ya preparados para un duro día de exámenes y pruebas. La sonrisa con la que se levantó aquella mañana Jessy había desaparecido, Kate era su mejor amiga, y la conocía mejor que nadie... saber su situación la preocupaba.
—Buscaremos una solución, te lo juro Kate —prometió apoyándose con cariño sobre su amiga—. Trabajaremos las dos y reuniremos el dinero necesario para al menos, parar el desahucio.
—Gracias Jessy, pero no tienes porqué. De todas formas no podemos reunir tanto en poco más de un mes...
—¿Sabes qué? —preguntó de pronto sonriente— Hoy es viernes, saldremos.
—¿Estás loca? —casi se enfadó— ¿Crees que tengo ganas de irme de fiesta?
—Oye —Jessy se puso seria. De un salto se colocó frente a su amiga y la sostuvo por los hombros—. Necesitas despejarte, y sé que tu madre va a estar de mi parte. Hoy saldremos, nos divertiremos y, mañana, comenzaremos a buscar soluciones.
—No.
—Se lo diré a Susan, prepárate —avisó comenzando a correr hacia la entrada de su edificio mientras sacaba el móvil.
—¡He dicho que no Jessy! ¡No la llames maldita sea!
«Pum».
Kate cayó al suelo desperdigando los apuntes y los libros que llevaba en la mano.
Se colocó de rodillas frotándose el trasero, se había dado un golpe que seguramente dejaría moratón, un moratón que dolería cual mordisco de víbora cada vez que se atreviera a sentarse.
Levantó la cabeza mirando con enfado. Su ceño fruncido duró poco más de una milésima dando paso a una cara que casi rozaba el terror.
—Lo-lo siento profesor... —murmuró preocupada.
—No pasa nada señorita Garrison.
Frente a ella se estiró la mano del desaliñado profesor. Siempre tenía un aspecto desastroso, pero su mirada era fiera, por lo que aun a pesar de parecer un friki despeinado y despreocupado, los alumnos le respetaban con un extraño temor, y no por nada... Era implacable, en sus clases no se escuchaba ni un suspiro, ni tan si quiera un inocente estornudo.
Aceptó la mano para no empeorar la situación y él la levantó sin esfuerzo, después la miró mientras se colocaba las gafas, los ojos grises parecieron apuñalarla.
—Espero que tenga más cuidado.
—Sí profesor, lo lamento mucho.
—Madre mía, madre mía... —Jessy llegó aguantando la risa para zarandear a su amiga— Pensaba que te iba a comer.
—Qué graciosa eres, ¿verdad? Casi me da algo cuando he visto que era el profesor Howl. Solo me faltaba estar en su punto de mira, el día mejora por momentos. ¡Maldita sea!
Jessy decidió cerrar la boca antes de hacer otra broma. Cuando Kate estaba enfadada y frustrada, era mejor dejarla, pues ella no solía estar de mal humor, y cuando lo estaba, se convertía en una bomba atómica en miniatura capaz de destruir todo cuanto la rodeaba.

Tal y como ya sabía, el examen de filosofía fue un auténtico desastre. Aunque sospechaba que llegaría al aprobado, necesitaba mantener su nota media lo más alta posible, porque perder la beca acabaría con la poca salud mental que le quedaba a su madre. Para colmo, las casi dos horas que tardó en acabarlo, el profesor Howl no hacía más que observar lo que escribía, colocándose incómodamente sobre su hombro. Seguramente estaba molesto por el empujón, y no dudó en hacérselo saber a Kate.
«Parece que al final sí que voy a estar en su punto de mira...» Pensó recogiendo sus cosas para salir de pitando de allí. «Fantástico, estoy oficialmente acabada».
Se despidió de Jessy con un gesto del que deseó, no se percatase el profesor Howl y salió, ir a casa estando las cosas así la deprimía, pero no había muchas más opciones.

Nada más abrir la puerta principal ya escuchó una nueva discusión.
—Maldita sea Petter, ¿qué has hecho?
—Susan... lo siento. Yo... yo pensé que ganaría... —respondió con la voz quebrada.
—¡Te has jugado nuestro dinero! ¿Pero tú estás loco? —al asomarse, les vio en el pequeño salón. Susan le señalaba con un dedo acusador, peligroso... cuando ella hacía eso estaba realmente de mal humor— ¡Tienes dos hijas!
—Lo siento, lo siento de verdad... pensaba que ganaría y...
—¡Cállate! —espetó— Mira lo que has logrado, en cuarenta días tenemos que irnos de la casa que ha visto crecer a las niñas, y no tenemos dónde ir.
—Lo arreglaremos Susan, confía en mí.
—¿Que confíe en ti? —ironizó— No pienso darte un solo dólar, ten por seguro que no voy a arriesgar la comida de tus hijas para tonterías, y menos, para que apuestes.
—Susan... —intentó convencerla, pero ella se giró con una fiera mirada en la cara que le cerró la boca al instante.
—Ya basta... —murmuró Kate con tristeza— Miranda está a punto de venir con Johana.
—Es verdad —se percató Susan limpiándose las lágrimas y mirando el reloj de la pared—, la señora Johnson estará al caer con las niñas. Tú, vete a buscar un maldito trabajo, y tú —se dirigió ahora a Kate—. Hoy vas a irte con Jessy, ¿me has oído?
—Pero mamá...
Al igual que su padre, cerró la boca en el momento en el que Susan enarcó las cejas interrogativa, transmitiendo un «¿qué?» muy directo y peligroso.
—Vale, vale... Iré a terminar el trabajo de filosofía y llamaré a Jessy...

Se dejó caer en la cama... mantener la normalidad en su situación era inútil, en cuarenta días estarían en la calle con los recuerdos de toda una vida a la espalda. Sin lugar al que ir y obligados a mendigar hasta por un plato caliente de comida. Ellos podrían arreglárselas, pero jamás permitirían que la dulce Miranda durmiera en la calle, jamás... cualquier cosa antes que eso.
Miró los libros desganada, decidió que no haría nada aquella tarde, el domingo se ocuparía del trabajo. Definitivamente necesitaba despejar la mente, tal como Jessy dijo. Cogió el móvil y mandó un mensaje, en menos de cinco segundos recibió una respuesta repleta de emoticones divertidos.

«Te paso a buscar a las nueve». Continuó escribiendo. «Prepárate y ponte sexy».

—Sí claro... —murmuró tirando el móvil a su lado para después soltar un largo suspiro.
Se sentía horriblemente mal. Irse de fiesta con la carta de embargo allí, su mande hecha polvo y su padre sintiéndose un completo miserable... hacía que se sintiera la persona más egoísta del planeta.
«Voy obligada, no porque yo quiera». Se afirmó a sí misma con enfado mientras se levantaba. «Mamá y Jessy se han aliado en mi contra, ¡vaya dos brujas!».

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jueves, 16 de febrero de 2017

Melodías de la Sangre II Capítulo 4

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Melodía Nº 4 Horror en estado puro

 Habían pasado algo más de dos meses desde el ataque a los rebeldes. Meryl no lograba digerir todo aquello, su hermano, su pequeño George era el ser más odiado, cruel y malvado de todo el planeta. Habría sido capaz de aceptar que fuese un vampiro, pero aquello superaba todo lo que imaginó, destrozó sus más profundos deseos y ahora le pedía a Dios que lo matase, porque un ser como el que él era no debería haber existido jamás.
Johana intentaba reconfortar a su amiga, pero también imaginaba todo poniéndose en su lugar y se estremecía. La situación era demasiado radical y siquiera sabía qué les iba a ocurrir, Épsilon era un completo desequilibrado y ella era consciente de lo que era capaz, podría simplemente entrar en aquella espaciosa habitación y matarlas.
—Siento esto Johana, tú no deberías estar aquí —murmuró caminando por la habitación pensativa—. Te juro que haré todo lo posible porque te libere.
—No digas tonterías Meryl, no me iría sin ti y lo sabes. Lo mejor que podemos hacer es ser pacientes. Sé que Caleb no dejará las cosas así.
—Eso es lo que más temo.
Sonrió amargamente mientras su corazón intentaba vencer a su mente. Pensar que Caleb lucharía por ella hacía crecer sus sentimientos y llevaba hasta el infinito las ganas que tenía de verle, pero si le ocurría algo no podría vivir, no sin él.  Intentaba recordar una y otra vez la manera en la que le había susurrado y se odiaba a sí misma por no haberle dicho lo que sentía, cuanto lo quería y lo loca que se volvía. Tenía ganas de darse un buen golpe en la cara por haber dudado de él, por pensar que era imposible que sintiese nada por ella.
Apenas había visto a Épsilon desde que las encerraron en aquel cuarto exquisitamente decorado en tonos verdes.
                                                                          ♫♫♫
El viaje había sido largo, día tras día metidas en un barco repleto de los hombres de Épsilon. Habían sido capaces de sentir el hambre de todos ellos, las miradas que tenían para ambas... y aunque tenían un numeroso grupo de humanos que los alimentó durante el viaje, aquello no eliminó su deseo por ellas.
Por fin llegaron a la zona Omega, no se lo podía creer. Había cruzado medio mundo y ahora se encontraba en una ciudad que antaño deseó visitar. Vio la estatua de la libertad dando la bienvenida a una tierra oscura  y sanguinaria.
Cuando llegaron metieron a ambas mujeres en un coche de tamaño considerable junto a dos vampiros mientras Épsilon se iba a algún lugar. Mientras miraba por la ventana el oscuro cielo que se levantaba sobre ella, recordó el día que despertó para encontrarse su ciudad en una situación inimaginable. Ahora, en medio de Nueva York, impactada por la destrucción de la ciudad, supo que no tendría arreglo posible, la mayoría de rascacielos tendrían que ser derrumbados, de hecho pensó que algunos de ellos estaban en una situación extrema, podrían caer en cualquier momento provocando un efecto dominó. Sí, aquel lugar sin duda era el ejemplo perfecto de la devastación y la decadencia.
—Esto es horripilante —murmuró sin apartar los ojos de exterior.
—No te imaginas las historias que me contaron los refugiados Meryl...
La risa de los dos hombres que las vigilaban resultó completamente repugnante. Se estaban divirtiendo con sus expresiones de terror al ver a la gente y la situación en la que debían vivir.
                                                                          ♫♫♫
Meryl se frotó la frente con cansancio al tiempo que sentía un peso sobre su corazón. No podía ser cierto, aquello debía ser una espantosa pesadilla. Suspiró alejándose de la ventana de la habitación y la puerta se abrió para dar paso a una muchacha más joven que ellas, vestida pobremente y sosteniendo una enorme bandeja llena de comida. La joven miró con cierta complicidad, dejó sobre la mesa el almuerzo y salió sin decir una sola palabra.
—¿Qué deberíamos hacer Johana?
—No lo sé —admitió con un ligero movimiento de cabeza—. Todo esto es una locura. Podríamos intentar escapar, pero la vigilancia y la falta de ayuda lo convierten en una tarea imposible.
—Tenemos que salir de aquí —murmuró dejándose caer sobre la cama—. Johana —llamó de nuevo su atención—, ¿crees que… desear la muerte de mi hermano me convierte en alguien como él?
Su voz se quebró levemente mientras su amiga la miraba sorprendida, estaba afectada y no era consciente de hasta qué punto. Se acercó a ella e intentó reconfortarla posando uno de sus brazos sobre los hombros de Meryl, que la miraba a punto de echarse a llorar.
—Ese no es tu hermano, Meryl. Ese monstruo sólo tiene su apariencia. George murió hace mucho tiempo.
—Sí, sí… ¡Tienes razón! —gritó— ¡Él solo tiene su cara!
En aquel momento se decidió, debía matar y exterminar por completo cualquier sentimiento hacia él, pues el dulce George había muerto ya, y en su lugar había una oscura sombra irreal de lo que una vez fue. Sería difícil cumplir su meta, y es que aunque su aspecto distaba mucho del que recordaba, seguía siendo capaz de ver los rasgos de quien una vez, en un lejano pasado, fue.
Una hora después, cuando ambas ya se habían tranquilizado, un vampiro de aspecto rudo y violento entró con un golpe posando la mirada ferozmente en Meryl, hizo un gesto con la cabeza y ella captó el mensaje. Johana la siguió por instinto, pero al no estar invitada a la reunión sólo recibió un empujón que la alejó de una puerta que se cerró de golpe dejándola sola e irritada.
Meryl cogió aire y caminó con la cabeza alta, era consciente de que por el momento su vida no estaba en peligro, y seguramente aún ni estaba cerca de aquella situación. Tenía que sacar toda la información que pudiera, aquello sería útil en el futuro, cuando volviese a ser libre.
La base de Épsilon estaba situada en el mismísimo Empire State, y aunque ella nunca había estado allí, sospechó que el lugar se mantenía casi en su estado original a excepción de la ruda decoración y la cantidad de vampiros que había por cada planta, desde luego nadie podría hacerle nada en aquel lugar. Le quedó claro que tampoco serviría de nada intentar quedarse mentalmente con todo, el lugar era demasiado grande y algunas zonas demasiado parecidas. Suspiró y aceleró el paso alentada por la inquietante mirada de su guardaespaldas.
Subieron un buen trecho andando, el resto lo hicieron en un ascensor que paraba cada poco haciendo que la subida aparte de peligrosa, fuera horriblemente lenta, pero después de mucho tiempo lograron llegar a lo más alto, donde vivía su hermano con todas las comodidades imaginables. Cojines de aspecto lujoso y colores brillantes, una vista completa de absolutamente todo su reinado, limpieza extrema... sin duda parecía la alcoba de un verdadero sultán.
—Siento no haberte hecho mucho caso desde tu llegada —escuchó de pronto, miró y le vio cómodamente sentado—. He tenido algunas revueltas, causadas por rumores...
—¿Qué quieres? —preguntó con menor fuerza de la que deseó tener.
—Oh, vamos, hace mucho que no comparto una buena conversación con mi hermana mayor, no seas tan ruda —se levantó acercándose con aquella malévola sonrisa que le caracterizaba y que a ella atemorizaba. Sin duda era la prueba de que él no era George.
—Tú no eres George... —murmuró cuando le sintió a su espalda. Le provocaba escalofríos— George ya no está...
—¿Eso piensas? —rio pegándose al oído de Meryl— Deja que te diga que eso facilita las cosas, y mucho.
Frunció el ceño confusa, sus palabras no tenían ningún sentido. Giró unos grados la cabeza cuando sintió una caricia en la mejilla.
—Hay tanto que desconoces... siempre has sido muy inocente —continuó con un tono de voz extraño—. Eso tiene su encanto, aunque no importará al final. Quieres que vaya al grano y lo haré.
—No entiendo.
—Lo harás. Vamos, siéntate y comparte conmigo un maravilloso momento —la empujó suavemente hacia donde él estuvo sentado cuando llegó.
Obedeció sin poder negarse a hacerlo, George, o mejor dicho, Épsilón, ocupó un sitio a su espalda, desde donde se posicionaba perfectamente para un terrorífico agarre. Posó los brazos sobre ella rodeándola por los hombros, se sintió pequeña y vulnerable, le provocaba cosas que no le gustaban. Su actitud era... demasiado cercana, y no desde el punto familiar al que ella acostumbraba.
—Actualmente Meryl... eres la única mujer capaz de engendrar un perfecto niño. Debes entender que tú y yo somos especiales, nacimos con un extraordinario don.
—¿De qué hablas? —su voz tembló sin llegar a entender porqué. El cuerpo de Meryl y su subconsciente la intentaban avisar de algo.
Apoyó la cabeza sobre ella apretando el abrazo.
—No es plato de gusto traicionar a nuestro antepasado —desveló dándole más información sin sentido—. Él desea un hijo para no sentirse solo, es un auténtico dramático... Yo sin embargo, tengo la intención de crear una nueva raza, una raza superior a un simple convertido, ellos no son nada Meryl, no han nacido para ser superiores. Nosotros sí. El mundo es nuestro legado, nos pertenece por derecho.
Meryl sintió cómo incluso sentada, sus rodillas comenzaban a tintinear una oscura melodía, su vocecilla interior decía algo que no llegaba a escuchar con claridad, que no quería escuchar... porque de ser acertado, sería lo más repugnante del mundo.
—...Y tú me darás ese maravilloso futuro.
Ahí estaba, su estómago comenzó a tener horribles contracciones amenazando con expulsar todo lo que había en su interior en un esfuerzo de purificarse. Podría haber lidiado con cualquier cosa, pero eso... eso, jamás.
—No... tienes que... —tragó saliva con dificultad mientras permanecía estática— estar de broma...
—No querida, no lo estoy. Ya has dicho que George murió, y yo soy Épsilon. De todas formas no importa lo que haya en esa cabezcita —le besó la nuca provocando que las nauseas aumentasen—. No puedes negarte, se hará, y se hará antes de lo que crees. De hecho no ocurre en este preciso momento porque eres importante, demasiado importante para mí, así que te daré dos días para que te prepares mentalmente Meryl. Te haré mía por la fuerza si es necesario, y las veces que sean necesarias hasta que te quedes embarazada.
No podía escuchar más. Se llevó una mano a la boca para no vomitar allí mismo mientras a ella llegaba una pequeña carcajada. No era una broma, no era un farol... Hablaba en serio y, por su tono mordaz, estuvo completamente convencida de que lo iba a hacer, iba a forzarla él, su hermano. No, no podía lidiar con aquello.


La puerta se abrió dejando entrar al hombre que la había llevado allí, gracias al cielo volvería a dejarla con Johana, estaría lejos de Épsilon, gloriosamente lejos.
—Por cierto Meryl —giró la cabeza mientras el hombre la agarraba con fuerza. Lo agradeció, pues aquello la mantuvo en pie cuando le miró a los ojos de un brillante negro que mostraba su completa emoción—. Lamento decirte esto, pero tendré que matar a Caleb. Está organizando una buena que puede acabar en guerra. Y lo hace por ti, qué emocionante, ¿verdad? —sonrió.
Casi fue ella la que se llevó al enorme hombre de allí a la fuerza. Tenía que salir de la habitación cuanto antes, llegar a la suya de inmediato, no iba a aguantar más la presión que ejercían sus entrañas, necesitaba hablar con Johana de inmediato y expulsarlo todo.
En cuanto la puerta se abrió y vio a su amiga con cara de preocupación casi corriendo hacia ella, la ignoró y se dirigió a trompetazos hasta el baño. Vomitó, vomitó casi hasta la primera comida que ingirió de niña.
—¡Meryl! ¿Qué diablos pasa? —Johana se arrodilló junto a ella y le sostuvo el pelo— Cielo santo... ¿Qué ha hecho para que estés así?
—Dios mío... Dios mío... —lloró cuando su estómago quedó completamente vacío— No puedo con esto...
—¡Joder Meryl, cuéntame que ha pasado!
La incertidumbre puso a Johana histérica, ver así a Meryl no era normal, aquella muchacha solía guardar las formas mejor que nadie. No podía llegar a imaginar qué la había llevado a estar en aquel estado. Se relajó a sí misma, tragó saliva callándose ya, la limpió mientras seguía llorando y la arrastró a la cama. Automáticamente Meryl la agarró con tanta fuerza que Johana llegó a sentir una punzada en las costillas, pero se lo permitió, estaba completamente fuera de sí. Se tumbó a su lado mientras sentía que hundía la cabeza en ella, la abrazó tan fuerte como pudo deseando que así se sintiera mejor.
Una hora, después otra... poco a poco el llanto fue desapareciendo, pero el temblor de todo su cuerpo permaneció intacto.
—Háblame Meryl —pidió en un susurro—, necesito saber qué ha pasado, qué te ha hecho...
—No puedo Johana —sollozó—, decirlo es igual de horrible...
—Ármate de valor amiga, te ayudaré en lo que pueda.
—En lo que puedas... —repitió, y Johana sintió que Meryl movía la cabeza para mirarla, ella la imitó— Tendrás que matarme Johana, me matarás antes de que ocurra. Por favor, por favor... tienes que hacerlo.
La miró fijamente a los ojos empapados en lágrimas, el llanto volvía a adueñarse de ella y no supo qué decir. La petición de darle muerte era lo último que se habría esperado, y no estaba preparada para escuchar aquello.
—¿Antes de que ocurra qué? —logró preguntar con los labios fruncidos.
—...Antes de que me obligue a darle un hijo... —el susurró fue suave, pero al momento percibió el horror que sentía en sus palabras.
La mente de Johana comenzó a trabajar a plena potencia. ¿Darle un hijo? Pero... ¿no eran hermanos? Repugnante, impensable.
—¿Te ha... dicho eso? —llegó a preguntar con dificultad.
—Sí. Por el amor de Dios Johana, no puedo, no puedo hacer una barbaridad como esa, no quiero —Meryl volvió a aferrarse con una fuerza sobre humana a su amiga, que soltó un suspiro sin saber qué decir, no había palabras de consuelo para eso.
No tenía sentido, no comprendía la razón de aquel acto para el que no había palabra capaz de describir realmente su significado.
—Necesito que me cuentes todo lo que te ha dicho Meryl, es muy importante que lo hagas.
¿Contar? Ni ella entendía absolutamente nada de lo que le había dicho. En su mente sólo habían quedado grabadas sus últimas palabras, sus perversas intenciones. Y cada vez que su mente recordaba, la ansias de vomitar crecían nuevamente en su vacío interior provocando un dolor que apenas le importó. Finalmente logró armarse de valentía y comenzó a relatar todo cuanto recordaba.
—Escúchame Meryl —se apartó de ella bruscamente y le sostuvo la cara con ambas manos para obligarla a corresponder a su mirada—. No dejaré que te toque un solo pelo, ¿me oyes? Tenemos dos días para planear cualquier cosa. No pasará, no ocurrirá — terminó casi deletreando.
—Prométeme... prométeme que antes de que lo haga me matarás, no podría vivir con eso Johana... te lo suplico. Es tan repugnante... me da tanto asco...
—Sí, te lo prometo —respondió vencida por aquella mirada.
¿Era capaz de matarla? No, la quería como a una hermana, pero una parte de su mente imaginaba la situación y ella misma desearía estar muerta antes de que tal acto se pudiera llevar a cabo. También se dio cuenta de lo que le esperaría a ella misma en cuanto acabara con la vida de Meryl, pero estaría bien, ambas morirían eligiendo su destino. Sin embargo Johana no se rendiría sin luchar, sin intentar huir por todos los medios habidos y por haber. Automáticamente empezó a trazar planes, pero era complicado sin ayuda... estaban cerca de los pisos más bajos, pero por lo que le había contado Meryl y lo que ella pudo ver cuando las llevaron, el lugar estaba repleto de vampiros. Iba a tener que apañárselas para conseguir ayuda, y sospechó por quién podía empezar. La muchacha que les llevaba la comida era humana, y sus miradas de complicidad abrían una puerta a la esperanza.
La muchacha pronto traería la cena. Johana intentaba ingeniar algo que le diera tiempo para hablar con ella, pues normalmente entraba, dejaba toda la comida y se marchaba, y seguramente fuera habría alguna clase de vigilancia.
Completamente agotada, Meryl se quedó tumbada en la cama y al fin se durmió entre sollozos. Johana daba vueltas por la habitación, pensando en todo y en nada al mismo tiempo. Miraba el suelo, su situación era mala, demasiado mala... si no lograban salir de allí, solo quedaba la muerte para ambas. Mientras suspiraba frustrada la puerta se abrió dando paso a la joven, que observó a ambas y frunció el ceño cuando sus ojos conectaron con Johana.
La muchacha se acercó a la mesa en la que solía dejar todo lo que llevaba, en cuanto puso la enorme bandeja allí, Johana corrió y la tiró desperdigando la comida por todos lados. En apenas unos segundos asomó una cabeza por el umbral, con la mirada entornada bufó.
—Recoge eso ahora mismo y limpia.
Johana se agachó junto a ella, tenía que hablar tan bajo como le fuera posible o el hombre que estaba fuera escucharía sus palabras trayendo más problemas de los que tenían.
—Siento esto, pero necesitaba tiempo para hablar contigo —la muchacha de pelo corto y castaño la miró confusa—. Tienes que ayudarnos, tenemos que salir de aquí ya...
—Yo...
—Sé que te pido algo imposible —la cortó—, pero es de vida o muerte... si no salimos de aquí en menos de dos días tendremos que morir.
—Iba a decir que os ayudaré —acabó dejando a Johana completamente confusa y con el ceño fruncido—. Sabemos quienes sois. Los rumores se han extendido por todos lados, están creando un ejército.
—¿Qué... ejército?
—No tengo mucho tiempo para responder preguntas. No sé porqué solo me dices que tenéis dos días, pero estábamos preparado un golpe para dentro de una semana....
—No hay tiempo —volvió a cortarla nerviosa—. Sea lo que sea lo que tenéis preparado, debe ser ya.
—Hablaré con los demás, con la resistencia... si os liberamos Caleb tendrá que ayudarnos con su ejército —continuó con ruego en la mirada—. Sí, está organizando una guerra que cambiará el mundo, es de lo único que se habla por todos lados —acabó susurrando y levantándose de golpe cuando la puerta se volvió a abrir dando paso al guardián.
La mujer salió entre empujones de allí sin despegar los ojos de Johana, intentando transmitirle que haría todo lo que estuviera en su mano. La ayuda que necesitaban para ser libres dependía ahora de salvarlas a las dos.
—¡Meryl, Meryl! —corrió a la cama para zarandearla— Lo conseguiremos, saldremos de aquí.
—¿Cómo?
—He hablado con la chica que nos trae la comida, hay una resistencia aquí. Nos sacarán, le he dicho que tiene que ser ya mismo, mañana a más tardar.
—No entiendo nada... —murmuró frotándose los ojos cansados.
—Caleb ha montado un ejército Meryl, ha desafiado a Épsilon y van a ir a la guerra.
—Por eso dijo... que tenía que matar a Caleb.
—La resistencia de Omega cree que si nos salvan, Caleb les ayudará. Saben quienes somos, quien eres...
—¿Yo?
—Eso parece, no hemos tenido tiempo de hablar, pero en cuanto nos liberen te juro que les voy a avasallar a preguntas durante horas.
Se dejó caer en la cama de nuevo, la tensión de todo su cuerpo se relajó y sintió una incomodidad que no le importó. Aquella información le causaba muchos sentimientos; le tranquilizaba saber que alguien las ayudaría a salir de allí, pero le aterraba lo que hacía Caleb... se estaba exponiendo a una muerte segura, por ella... por salvarla. Tenía tantas ganas de verle, de abrazarle y de llorar como una mocosa entre sus brazos que se sintió impotente.
Llegó la noche y apenas durmieron, estaban tan nerviosas esperando el momento que sus mentes no lograban tranquilizarse hasta el punto de dejarlas descansar. Johana esperaba que aquella misma noche empezase todo, pues los vampiros se confiaban demasiado con la oscuridad y las medidas de seguridad disminuían, pero ya pasaban las doce y ni un sonido ni ninguna señal llegaba a ellas...
—Maldita sea... estaba casi segura de que vendrían por la noche —bufó Johana abriendo la ventana de par en par.
—Igual no les ha podido convencer... —los ánimos que había sentido horas atrás desaparecieron dejando un desolador sentimiento.
—No creo, le dejé muy claro que si no salíamos de aquí en dos días, estaríamos muertas.
Meryl cogió aire y cerró los ojos pensativa, era la primera vez que se veía tan desesperada y cercana a la muerte, mucho más incluso que el día que despertó, pues en aquel momento su mente ni procesaba lo que estaba ocurriendo. Así, sin querer, volvió a recordar la última época de su vida como si fuera una película. Cielos, habían pasado tantísimas cosas, tantas cosas nuevas y maravillosas... Se le empañó la vista pensando en la mansión de Caleb, su nuevo hogar... extrañaba estar allí con ellos.
¡Boom! Una gigantesca explosión hizo retumbar todo el edificio con fuerza.
—¡¿Qué ha sido eso?! —gritó Johana corriendo a la puerta y comenzando a aporrearla.
Gritos y golpes rompieron el silencio nocturno. Tenían que ser ellos, la resistencia... Meryl fue hasta Johana y con un fuerte agarré la apartó de la puerta, aquel lugar no era seguro, pues si estaba en lo correcto, acababan de usar un explosivo de gran potencia. Se quedaron a una distancia prudente, nerviosas y casi aterradas. Esperaban sin apartar la vista de la entrada,  con el corazón en un puño deseando que alguien las sacara de allí de inmediato.
El tiempo pasaba lento, o tal vez era por los nervios que ambas sentían. No podían salir de la habitación, la puerta estaba siempre cerrada desde fuera, y si continuaban utilizando aquellas pequeñas bombas el edificio se vería afectado.
Ambas dieron un brinco cuando la puerta se hizo añicos con un bestial golpe. Vieron una pierna, aquello no lo podía hacer un humano... Y entró un muchacho de ojos rojos y pelo rubio que se quedó mirando a ambas, ellas correspondieron con dureza en los ojos. Si le había mandado Épsilon, lucharían hasta el último aliento para ser libres.
—¡Corred! —una voz femenina que le resultó familiar a Johana— ¡No podremos con todos ellos! —continuó desde el pasillo.
Meryl y Johana se miraron sin pronunciar palabra, hablando con sus ojos. Al momento ambas asintieron y caminaron hacia el muchacho que acababa de destrozar la barrera que las mantenía presas, le miraron con desconfianza y salieron al pasillo. Allí había tanto polvo que apenas se podía ver, pero el rescatador no tardó en hacer acto de presencia para guiarlas, no habló en ningún momento.
Era un completo desastre, no sabían quien era amigo y quien enemigo. Pues no solo había humanos, parecía que también había vampiros luchando contra los suyos, ¿eran parte de la resistencia? No tenía sentido que ayudasen. Desde luego ambas tendrían muchas preguntas a la que necesitaban encontrar respuesta.


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Melodías de la Sangre II Capítulo 3

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Melodía Nº 3 Líderes

 Caleb se frotó la sien incómodo por los recuerdos, hacía tanto tiempo que no pensaba en su pasado, que estaba sorprendido a la par que molesto. Se había quedado dormido y había soñado, desde que era vampiro era algo que jamás había ocurrido. El problema era que había sido tan real como ver una película... Y aquello le dejó muy mal cuerpo.
Se asomó al hueco de la ventana, que carente de un innecesario cristal que no podría retener el bochornoso calor del exterior, solo enmarcaba una vista desértica hasta donde alcanzaba la vista. La zona de Sigma, liderada por Elizabeth abarcaba toda África, los países musulmanes y un buen trozo de la antigua India.
—Elizabeth te espera —Dee entró sin llamar a la puerta y miró a Caleb con molestia.
Con un gesto de cabeza caminó hacia ella para seguirla, pues él ya no recordaba aquel gigantesco palacete que hacía años que no pisaba. Miró a Dee caminar al frente,  era una mujer de estatura pequeña, pelo corto y rojizo cuya cara estaba adornada por una explosión de pequeñas pecas. Su aspecto era completamente inocente, pero quien la conocía podía dar fe de que su apodo no se quedaba corto; la mujer del puño de hierro. Era mortífera, de hecho intentó matarle cuando se conocieron debido a un pequeño malentendido, las rencillas entre ambos seguían activas después de más de ciento cincuenta años.
—Entra, quiere hablar contigo a solas —gruñó molesta, pues ella siempre estaba en todas las reuniones.
—Gracias Dee, muy amable —respondió Caleb con una pequeña sonrisa que supo que aumentaría su enfado.
La habitación en la que acababa de entrar, ostentosa hasta el extremo, estaba hecha de puro mármol blanco y adornada con toda clase de objetos dorados que resaltaban dejando sus brillos por todas partes. Cortinas de tela violeta caían desde el techo creando un aire misterioso y antiguo. Justo en el centro estaba Elizabeth, su melena rubia había crecido desde la última vez que la vio, y su ropa de suave seda rosada apenas tapaba las partes más importantes de su cuerpo.
—Tengo que decir que tu visita me ha sorprendido y confundido —le besó en la mejilla en signo de bienvenida. Después le invitó a compartir asiento con ella—. Las noticias que han llegado son...
—¿Impactantes?
—Sí, podría decirse. ¿Es cierta la muerte de Amadeus? —Caleb asintió cerrando los ojos— Lo siento, sé lo importante que era para ti, también lo era para mí.
Aunque Elizabeth era una mujer con dos caras, jamás había escondido ninguna de ellas. Si estaba furiosa con alguien lo mostraba tal y como era, también si estaba triste, contenta o malhumorada... Era la persona menos falsa que había pisado la tierra, aunque por supuesto aquello era una espada de doble filo.
—Es una situación complicada —continuó—. Has empezado una guerra, no me dejas en buena situación para tomar una decisión.
—Lo sé todo Elizabeth, todo sobre él —ella le miró con cierto miedo, jamás imaginó que Amadeus le contara aquello—. Puede que no lo sepas, pero ese al que habéis escondido durante más de un milenio, es el hombre que dejó preñada a mi madre.
—Algo tenía entendido... aunque no sabía si mi información era correcta.
—Ahora deja que te cuente mi parte de la historia, porque seguramente Épsilon solo te ha contado la suya.
—Te aseguro que no tardó ni medio día en comenzar a ponerse en contacto con todos nosotros. Aunque teniendo en cuenta lo que estaba estallando, su impaciencia es lógica.
—No es ni de cerca lo que imaginas Elizabeth, ni lo que te ha contado. Ajax ya sabe la historia, Amadeus se encargó de que así fuera, de que supiera que Épsilon le había envenenado.
La mujer frunció el ceño y Caleb se relajó. No era un gesto habitual en ella, decía que era malo para su hermoso rostro.
Con el nombre de Ajax sobre la mesa y la razón de la muerte de Amadeus junto a él, Elizabeth ya era suya. Le contaría toda la historia sin omitir nada, y tenía un As bajo la manga, que aunque le haría sentir incómodo, sería suficiente. Meryl y sus sentimientos por ella llegarían al corazón de aquella mujer que sentía debilidad por cualquier romance imposible o problemático.
—Tengo que decir... —se quedó pensativa unos segundos y suspiró— Que jamás imaginé que llegarías a enamorarte Caleb. Me has contado muchas cosas en las que quiero pensar, cosas que no sabía y debería de haber conocido. Épsilon no me gusta y lo sabes, siempre he sabido que era peligroso, pero había que acatar la orden. Sin embargo, te das cuenta de que ir contra él, el primero.... ¿no va a traer nada bueno?
—Él me da igual, si le toca un pelo a Meryl te juro que le arrancaré cada centímetro de piel.
Sorprendida en un primer segundo, dibujó una sonrisa al siguiente. Conocía a Caleb casi desde que se transformó, y aún recordaba a aquel muchacho que estaba entrando en una vertiginosa locura que le acabaría llevando a la tumba. Su mirada fría e impactante ahora tenía un esplendoroso brillo al hablar de aquella mujer humana que había logrado crear ternura en un corazón helado.
Ya no sólo la movía la razón de que Ajax se uniría a Caleb, ella era la única sobre la faz de la tierra en tener conocimiento de que él odiaba al primero y odiaba lo que habían hecho con el mundo... La curiosidad por ver dónde les llevaría aquel amor la empujaría a estar cerca, en el lugar preciso desde el que disfrutar de aquella historia, justo en primera fila.
—Hay muchos temas que discutir, porque igual no has pensado en ello pero... si por un pequeño casual ganásemos. ¿Qué pasaría?
—No te entiendo.
—Iré al grano. ¿De qué nos alimentaremos? —frunció levemente los labios y se levantó— Seguramente haya muchos de los nuestros que también quieran acabar con esta era. Sé que eres consciente de que los vampiros de la época de la caída y los que se transformaron en esta nueva, quieren venganza por los sucesos, por las penurias... pero si piensan que después de esto no tendremos nada con lo que alimentarnos, la importancia de su propia vida les llevará a estar en nuestra contra. Sin mencionar ese virus del que me has hablado, ¿no nos matará a todos?
—Ya está todo pensado, no tienes de qué preocuparte. Escúchame Elizabeth, confía en mí, estoy trabajando en eso.
—Es evidente que no vas a contarme nada sobre ese arma —suspiró—. Lo entiendo y lo respetaré, cuanta menos gente sepa sobre eso, mejor saldrá todo.
—Entonces, ¿cuento contigo?
—¿Cuándo vamos a ver a Ajax?
Con dos de los cuatro líderes unidos y pronto contando con uno más, partirían hacia el norte sin demora. La zona Gamma era la más pequeña y pacífica de todas, abarcaba desde España hasta una pequeña porción de Rusia. Épsilon contaba con toda América, Alaska y parte de Rusia incluidas. Finalmente Oceanía y Asia formaban la zona Alfa.
                                                                          ♫♫♫
La caída de la antigua era no podía denominarse como una guerra, porque apenas hubo resistencia por parte de los países que, sorprendidos, apenas tuvieron tiempo de prepararse y luchar a excepción de las ojivas del prototipo del virus aún a medio desarrollar que poseían. Pero lo que estaba a punto de avecinarse aparecería escrito en la historia como la Gran Guerra, una terrible y sangrienta III guerra mundial en la que la sangre derramada que manchara el suelo jamás desaparecería. Al menos esta vez había igualdad de condiciones en ambos bandos.
—Nunca dejarás de sorprenderme —admitió Elizabeth mirando por la pequeña ventana del avión.
—A saber porqué tenía este trasto —atacó Dee enarcando una ceja.
—No es mi único juguete —avisó clavando los ojos en la mujer de pelo corto—. No pienses cosas raras, nunca he pensado en atacar a nadie.
—Seguramente has sido de los pocos que pensaron que estas cosas podrían resultar útiles en un futuro. Para ser un chico joven has sabido ser precavido. Vas a dar una buena lección a muchos.
—Mientras sirva para algo, será suficiente.
El viaje se le hizo más largo y pesado de lo que le habría gustado. Dee se aburría así que se pasó todo el trayecto pinchando y acatando a Caleb, que con cansancio acabó optando por ignorar a la mujer, que se frustró y en consecuencia aumentó la cantidad de veneno que expulsaba por la boca.
Italia se dibujó con esplendor frente a su vista. Aterrizaron a las afueras de Roma y no tardaron en encontrar un transporte gracias a su posición como líderes. Mandaron a uno de los hombres que formaban el pequeño séquito de Elizabeth para avisar a Ajax y no sorprenderle con su repentina llegada.
La ciudad había recuperado el maravilloso esplendor de antaño, el de su mejor época. Ajax era un hombre de ruda apariencia, pero tenía unos gustos exquisitos y el arte estaba en cada esquina de la ciudad alumbrando majestuosamente. Por supuesto había mucho encanto, y visualmente era el mejor lugar en todo el planeta, pero su brillo se eclipsaba en las calles oscuras y apartadas, Ajax no tenía tanto control como deseaba por culpa de Épsilon, al contrario que Caleb, que al gobernar un lugar apartado había disfrutado de mayor libertad.
Ajax odiaba a Épsilon por meterse en sus asuntos, y Caleb jamás había entendido como un hombre de su carácter se lo había permitido, ahora sabía cual era la razón, al final, las únicas órdenes inquebrantables eran las de el primer vampiro.
—No esperaba verte aquí Elizabeth —sentado tranquilamente, Ajax observaba a los recién llegados—. Me sorprendes.
—¿Pensabas que me pondría del lado de Épsilon? —aunque intentó mantenerse firme y tranquila, su voz resultó mostrar todo lo que intentaba ocultar. Estaba dolida.
—Una parte de mí dudaba —admitió levantándose para caminar hacia ellos—, y otra esperaba ansiosa que te unieras a nosotros.
—Pues aquí estoy —gesticuló abriendo los brazos.
—Caleb, me alegra verte bien. Imagino que no han sido unos buenos meses para ti... toda la nueva información debe estar dándote jaqueca.
—No lo dudes. Pero no hay tiempo para charlas, Amadeus me dijo que viniera a verte.
—Sí, y yo le dije a él que te diera el mandato. Sentémonos, tenemos mucho que planear.
Aunque Caleb intentó impedirlo, se pasaron más de tres horas hablando de cosas sin importancia. Elizabeth sacó el tema de Meryl, y entusiasmado ante la novedad, Ajax preguntó hasta la saciedad. Finalmente logró llevar la conversación por donde quería, la guerra que estaban empezando contra Épsilon y el primero, de quien necesitaban más información.
—Sí, le he visto en varias ocasiones, aunque contadas. Amadeus era su contacto directo —respondió a la pregunta de Caleb—. Tengo que decirte... que te pareces mucho a él.
—Eso no me interesa. ¿Cuál es su poder?
—No lo sé —admitió—, nunca le he visto usar su fuerza, no lo ha necesitado. Es un tipo solitario, creo que ya sabes cual es su única meta.
—Sí, tener un hijo igual que él. Y por desgracia sé cómo lo va a conseguir, eso es lo que intento evitar —Ajax sonrió haciendo que las cicatrices de su cara se volvieran más profundas y oscuras—. Épsilon mandará a todos sus hombres en nuestra contra, en número seguramente nos superen —continuó—, pero quiero saber si él va a formar parte de la lucha.
—En el momento en el que te interpongas en sus metas, lo hará —confesó Ajax levantándose—. Con respecto a Épsilon... puede que nos superen, pero creo que vas a tener un As en la manga.
Caleb entornó la mirada confuso mientras Ajax se acercaba a una mesa para coger unos papeles. Se giró y volvió para reunirse con ellos estirando la mano.
—¿Qué es esto?
—Sabía que vendrías, así que me mandó este comunicado directamente.
—¿...Yong? —susurró. Hacía casi doscientos años que no sabía nada de él.
—Debes ir a verle. Nosotros dos —apoyó una mano sobre el hombro de Elizabeth—, prepararemos todo en nuestras zonas. Hay que elegir un punto de encuentro para nuestros hombres... y prepararlos para la guerra.
—Bien, en cuanto tengamos la estrategia definida os informaré. Si Yong quiere verme de inmediato, será mejor que me vaya ya. No es alguien que suela apremiar con frecuencia.
Volvió al avión sólo con el pequeño grupo que le acompañaba. Montó, estaba un poco nervioso e intranquilo... aquella nota de llamada era inusual, y la prisa que había percibido en sus frases eran sin duda inquietantes.
Yong había sido la persona que le sacó de su estado crítico cuando tras convertirse en vampiro comenzó su sangrienta venganza. Amadeus lo mandó al sur de Asia bajo su protección, e inmediatamente se había convertido en su mentor. Ahora recordaba los primeros días, fue frustrante hasta la muerte... le hizo meditar sentado bajo la lluvia durante horas, aprender técnicas de antiguas formas de lucha. Y el auto-control... aquello había sido una auténtica tortura. Sin embargo, unos años después de su llegada, había conseguido convertirle en quien era hoy día, por supuesto Yong no logró que Caleb volviera a confiar en nadie más allá de él o de Amadeus, pero sé enteró de que tiempo después acogió a un hombre en el que depositaría su propia vida, Alexander.
Desde su partida, Yong le había estado vigilando estrechamente, era su mejor pupilo y sabía mejor que nadie el potencial que tenía.
Durante unas horas, Caleb se sintió terriblemente frustrado. Dar tantas vueltas de aquí para allá cuando podía ir directamente a por Meryl hacía crecer su furia, pero en seguida se le pasaba, en cuanto se daba cuenta de que no podría hacer nada él solo. Todo el problema que rodeaba al secuestro de Meryl debía cortarse de raíz. Se relajó en cuanto comenzó a ver las redondeadas montañas asiáticas, la paz que le transmitían aquellos paisajes no tenía nombre ni comparación con nada más en el mundo.
—Aterrizaremos en un par de horas —escuchó por parte de André.
—Bien, prepara todo, puede que tengamos que caminar bastante.
Se hundió en el mullido sillón con un suspiro, recordaba la primera vez que le llevaron allí, estaba histérico, furioso y descontrolado. Una parte de él se sintió traicionada por Amadeus. El cambio fue grande, enorme... pasar de una Londres que ya se encontraba en pleno cambio a una aldea en uno de los parajes más insólitos del continente asiático fue un choque gigantesco para su cabeza. No entendía el idioma, le llevaron por montañas desiertas hasta introducirle en la nada.
Yong vivía en un viejo templo olvidado por todos, un lugar al que absolutamente nadie se acercaba, y allí vivía en paz con un pequeño grupo de humanos que voluntariamente le daban su sangre a cambio de protección, un intercambio que él no entendió hasta muchos años después. Ahora, recordando aquella época, se sentía avergonzado por su comportamiento... Yong supo ver lo que nadie vio, aquel daño irreparable que había impregnado cada célula de su piel, y finalmente se ganó su confianza, aunque no sin esfuerzo.
Caleb pondría su propia vida en las manos de aquel joven de casi mil años de edad, de aspecto delicado y pelo largo hasta las rodillas recogido delicadamente en una trenza. No había conocido mejor luchador, ni mejor estratega que él, y aunque esperó que su llamada fuera para unirse a su cruzada, dudó que así fuera, Yong no estaba a favor de la violencia... apreciaba la paz espiritual por encima de todo.
Comenzó a sentir cómo el avión descendía creando una pequeña sensación en sus entrañas que le resultaba emocionante. La lluvia en el exterior comenzaba a caer con suavidad, la humedad en un principio fue incómoda, pero su cuerpo se aclimató casi al instante.
—Llegas justo a tiempo —una voz se alzó con fuerza en cuanto la puerta del avión se abrió.
El ceño de Caleb se frunció automáticamente al verle allí, parecía que aquel hombre siempre lo sabía todo. Junto a él había cuatro chicos en posición perfecta, guardando la seguridad de Yong. Que tuviera compañía, aquella compañía, resultaba ser insólito.
—¿Alumnos... tuyos? —preguntó sin esconder lo extraño que le parecía.
—Sí, así es —rio—. Acompáñame, las cosas aquí han cambiado mucho los últimos años.
—Ya me doy cuenta.
Con un gesto le invitó a caminar a su lado mientras les seguían de cerca. Se comportaban como si se hubieran visto hacía apenas un par de meses, y en realidad habían pasado más de doscientos años.
Pisar la ciudad fue mucho más que impresionante. Nada más poner un pie lo suficientemente cerca, Caleb vio, respiró y sintió la normalidad. Una normalidad que había desaparecido con la caída de la humanidad.
—¿Cuándo has ocupado la ciudad? —quiso saber recordando que él siempre se mantenía oculto en zonas a las que era muy complicado llegar.
—No hace mucho. Mientras meditaba tuve un sueño Caleb, un sueño que me mostró un futuro inminente. Un futuro nuevo en el que empezar desde cero... para todos.
—Veo que no has cambiado con tus cosas raras —sonrió—. Pero, ¿y los vampiros que controlaban esta zona?
—Siento decir que murieron, cuando intenté hablar con ellos me atacaron.
—Imagino la situación para ti, y para ellos. De todas formas, este lugar es...
—Maravilloso —acabó por él—. Este el comienzo, la enseñanza saldrá de aquí. Los humanos y los vampiros conviven, y sé que es lo que tú quieres hacer, lo sé desde que lo comenzaste. Sígueme Caleb, tengo algo para ti.
Al ver que Yong comenzó a alejarse sin decir nada más, supo que preguntar no serviría para nada, por lo que guardó silencio y le siguió.
Se adentraron en la ciudad, increíble y fascinante... había vampiros charlando con humanos y haciendo intercambios. Habían llegado a un acuerdo, unos daban su sangre y los otros no abusaban, sólo lo necesario para vivir, además otorgaban seguridad. Podía percibir cierta tirantez y desconfianza por ambos lados, pero era lo más lógico dada la situación. Sin embargo, era un comienzo que si se guiaba por el camino correcto, desembocaría en una nueva era.
Todo había cambiado radicalmente, él mismo caminó por aquellos lugares tiempo atrás, pero ya no reconocía absolutamente nada. Lo habían reconstruido todo, cada edificio y cada calle tenía ahora un nuevo aspecto.
Enarcó las cejas cuando se encontró frente a una titánica construcción justo en el centro de la urbe, una pagoda de dimensiones gigantescas que ocuparía más de un kilómetro a la redonda. Aquello era nuevo.
—¿Dónde estamos?
—Veo que tu paciencia sigue teniendo un límite —bromeó—. Ven, entremos.
Comenzaron a subir las escaleras que acababan en una enorme puerta doble adornada con un dragón dorado. Yong se paró allí y se giró para observar un momento a Caleb, el brillo de sus ojos mostraba fascinación por aquello en lo que se había convertido su pupilo, y le hacía gracia que en el fondo no se daba cuenta de su propio cambio, de que él les llevaría a todos a un nuevo amanecer.
La fuerza de la naturaleza era desconocida para todo el mundo excepto para él mismo, y aquella misma fuerza fue la que le mostró lo que llegaría tras la cruenta lucha, un futuro.
Yong estiró ambas manos para abrir por completo la puerta que pesaría media tonelada, las bisagras sonaron con fuerza y el fuego al otro lado bailó por la suave corriente que provocó con su acto. Caleb dio un par de pasos adelantándose y pasando frente a su mentor, que se quedó quieto para dejar que su pupilo se encontrarse con lo que había al otro lado.
—¿Qué diablos... es esto? —pocas veces se sorprendía, y en aquel momento incluso su voz se debilitó ante lo que se extendía frente a sus ojos.
—Tu ejército.
Volvió a llevar la vista al centro de aquella magnífica plaza, había cientos de vampiros allí apostados como soldados, con la vista fija hacia ellos y sin pestañear. Caleb botó levemente cuando al unísono, todos gritaron alzando una mano.
—Llevo mucho tiempo preparándolos para ti —desveló Yong posando una mano sobre Caleb.
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